viernes, 27 de agosto de 2010

Una nueva crítica de la novela en "Anika entre libros", firmada por Gemma Nieto

Este nuevo artículo que bucea en la novela y nos desvela algunas de sus claves aparece publicado por Gemma Nieto. La autora de "El Alfabeto Sagrado" (Temas de Hoy) tiene un muy buen concepto del libro. Nos alegra que le haya gustado!
http://libros2.ciberanika.com/desktopdefault.aspx?pagina=~/letras/c/P05729.ascx
"Di Sangro: señor de Nápoles"
Jorge Cabrerizo tiene una cualidad especial que le hace poder describir a los personajes con un par de palabras, con unos pocos gestos, para que el lector sea capaz de “verle” como si lo tuviera ante sus ojos. Consigue esa credibilidad de una forma que parece sencilla, pero no lo es; como en el caso del cardenal Piccialli: “sus largos dedos, extendidos como sierpes sinuosas”, “uno ojo levemente a la virulé (…) le confería un intranquilizador aspecto de bruja de cuento infantil”. Y, así, con pocas palabras consigue que crear en el cerebro del lector las emociones que desea para que repela o adore a un determinado personaje. De hecho, su manejo de la psicología de los personajes resulta extraordinaria.

Así mismo, los diálogos son naturales y acordes con la situación en la que se encuentran insertos. Las primeras páginas, ocupadas por una conversación entre el soldado de la guardia suiza, Paul Konrad, y el cardenal Piacelli, con sus acotaciones precisas, hacen avanzar la historia y ofrecen al lector todos los datos iniciales que necesita para comprenderla.

Su abuso de la adjetivación, que en otras novelas resulta decadente y un recurso dieciochesco, en esta ocasión sirve para conferir un tono antiguo a la narración que la hace, si cabe, aún más creíble. Solo cuando avanza la trama y continua su uso, ralentizan tanto la acción que el lector se siente como a las puertas una “acción inminente” que nunca llega. Quizá, mediada la novela hubiera sido conveniente ser un poco avaro en su utilización porque su abuso comienza a pasar factura y afecta al ritmo narrativo. Únicamente este punto, junto a los interminables pensamientos del protagonista (ya que la novela está narrada en primera persona y conocemos en todo momento lo que pasa por la mente del soldado Paul Konrad) y las excesivas descripciones de la ciudad de Nápoles, enturbian de alguna manera la trama y pueden agotar al lector.

Pero el autor, fiel a su idea de lo que pretendía escribir, nos deleita con una narración barroca, cargada, llena, pero muy correcta gracias a su innegable manejo del lenguaje escrito. Debido a ese manejo consigue enganchar desde las primeras páginas llevando de la mano al lector. De tal forma, cuando el autor termina por hilvanar los diferentes hilos de la trama, la narración fluye segura y fiable y deja ver su estilo elegante, inteligente, de buen narrador. Sobre todo cuando alcanza el final que, aunque deberíamos haberlo imaginado, se nos torna inesperado y acertado.

Jorge Cabrerizo ha aprovechado la redacción de esta novela para tender un puente entre la situación napolitana del siglo XVIII y nuestro momento histórico actual; de tal forma que, criticando a la iglesia católica de hace dos siglos y el uso y abuso del poder de Di Sangro, lo que en realidad está es censurando es a la iglesia y a los gobiernos actuales.

De cara a la editorial me gustaría destacar la buena presentación de la obra con tapa dura y sobrecubierta y un diseño de portada muy trabajado. No he disfrutado tanto con la maquetación interior por cuanto, estamos acostumbrados a márgenes más amplios en las páginas de los que ha dejado el Grupo Ajec y a un interlineado que facilita la lectura y da “aire” a las líneas. Pero son pequeñeces, comparados con el buen trabajo general de "Di Sangro, señor de Nápoles".

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